un segundo temporal de reflexión


Y aquí estoy yo, trabajando para poder pagar mi carrera universitaria. La gente me mira mal cuando me acerco a ellos, trabajando en una empresa de la que no se nada, carece de interés y ni siquiera sé cual es su finalidad.

Ellos, viandantes con prisas, con sus auriculares de su reproductor metidos en sus orejas escuchando su música favorita, otros hablando con alguien por su teléfono móvil, ignorando por completo mi presencia... Si supieran mi situación quizá prestaran un poco de atención (o quizá no), dejarían a un lado sus prisas y tendrían la amabilidad de prestarme un segundo de sus vidas, un segundo, nada más que un simple segundo, ese segundo que tardo en acercarme a ellos y ofrecerles mi mensaje con una sonrisa incluida en las condiciones del trabajo.

Repartir publicidad en la calle es duro, muchas veces cuesta que la información que trasmites llegue a buen puerto. Duele ver como a pesar de haber sido amable y ofrecer tu mejor sonrisa te han respondido tirando la información a la papelera más cercana (algunos con disimulo, otros no).

A veces pienso que mi función aquí es hacer daño al medio ambiente, si al menos tirarán la publicidad contenedor azul...

Ese soy yo, un producto reciclado de una remota empresa temporal que pronto volverá a ocupar un puesto en las listas del paro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese "relato" me trae recuerdos, jajaja...
ODIABA a la gente que sonreía pero que tiraba la publicidad cuando yo miraba hacia otro lado. Aún odiaba más a los que la cogían y la tiraban sin ni siquiera mirarla, y sin preocuparse por encontrarse lejos de mi vista. Da rabia ver cómo la gente llena la calle de esos papeles, y el resultado más sorprendente lo puedes observar cuando terminas de currar y está todo el piso repleto y las papeleras también.
Lo peor era la gente que insultaba, te tiraba todo al suelo, amenazaba o intentaba agredir. En una gran ciudad como Londres puedes esperarte de todo.
Hay muchas personas maleducadas y otras con trabes psicológicos.
De todas formas, te puedes encontrar también a gente muy simpática, hacer contactos y nuevas amistades, ligar, etc. pero un trabajo así, por muy fácil que parezca, no es para cualquiera. Y menos cuando se tiene un/a jefe/a como quien me tocó a mí en una empresa.

Aris dijo...

Yo trabajo en un hipermercado, créeme que se lo que es eso... Hay días en los que te da igual, días en los que te afecta, y otros días en los que te lo pasas bien mandándoles a la mierda mentalmente.
Ánimo, ya vendrán tiempos mejores ;)

Hasta luego